Lina Gálvez: “China nos lleva una ventaja tremenda en materias primas críticas”

  • La eurodiputada socialista defiende la autonomía estratégica europea con proyectos que respeten el medioambiente y los derechos humanos

La Unión Europea enfrenta la transición verde en un contexto geopolítico complejo. Inserta entre la competición entre Estados Unidos y China, Bruselas busca asegurar cierta independencia estratégica. Para ello es clave asegurar el suministro de materias primas críticas, como el litio o las tierras raras, que harán posible avanzar hacia la descarbonización.

Lina Gálvez es europarlamentaria del PSOE dentro de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas. Especializada en sostenibilidad y feminismo, también es vicepresidenta de la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo, central en el desarrollo de regulación sobre reindustrialización y transición verde. En el último pleno del Parlamento de diciembre de 2023, esta comisión sacó adelante el marco para garantizar el suministro seguro y sostenible de materias primas estratégicas, uno de los pilares del Pacto Verde y la “autonomía estratégica abierta”.

Su comisión parlamentaria busca priorizar proyectos sostenibles y de política económica y social. ¿Es factible en un mercado con una demanda de materias primas críticas en alza por la transición verde y en un contexto de competición y pragmatismo?

Es la pregunta del millón. Nuestra misión es hacerlo posible. Tanto para la transición verde como la digital necesitamos un ejercicio de prospectiva muy importante. La demanda de materias primas críticas y, dentro de ellas, las estratégicas, va a ir aumentando. En la Unión Europea nos hemos dado cuenta de que tenemos grandes vulnerabilidades y dependencias, y poca diversidad de proveedores. También han cambiado la geopolítica y las relaciones internacionales. Eventos como la pandemia de covid, la guerra de Ucrania, el desacoplamiento de Estados Unidos y China o la regionalización de las relaciones internacionales hacen que importe mucho dónde se producen las cosas y qué acuerdos tenemos con esos actores a lo largo de la cadena de producción y suministro.

La UE ha reaccionado con su apuesta por la autonomía estratégica abierta. Y en esa reacción las materias primas críticas estratégicas son claves, porque están al inicio de esa cadena de suministro. Más aún teniendo en cuenta que hay actores internacionales que nos llevan una ventaja tremenda. La primera vez que China detectó que esto era un tema crítico fue en su quinto plan quinquenal de 1986 a 1990. Nosotros en ese momento estábamos en un proceso de globalización donde lo que importaba era comprarlo todo más barato. Creíamos que esa globalización no iba a tener ninguna distorsión y nos equivocamos: ahora se ha probado que no funciona. Así que sí, hay que enmendarlo y rápido.

La UE depende de materias primas de China como las tierras raras. ¿Cómo afecta esto a las relaciones entre Bruselas y Pekín? ¿Es posible conjugar autonomía estratégica, defensa de la democracia y transición verde cuando se depende tanto de la segunda economía del mundo?

De nuevo, lo tenemos que hacer posible. China es un socio comercial, un competidor económico y un rival sistémico. Esto no lo digo yo: es como define la UE su relación con China. Es verdad que nos hemos movido hacia una postura de menor cooperación con China, a raíz de conflictos globales y de estos cambios geopolíticos muy impulsados por Estados Unidos. Por ejemplo, la invasión rusa de Ucrania y el rol que ha tenido China en la misma o la inestabilidad en el estrecho de Taiwán. También que China estaba participando en el comercio internacional, pero sin respetar las normas de la Organización Mundial del Comercio. Algo de lo que se han beneficiado las empresas, pero no tanto los trabajadores.

La cooperación con China sigue, pero hay que distinguir entre la cooperación sobre el papel y la real. Las dependencias siguen siendo enormes. También de Estados Unidos hacia China. Y diría que a Estados Unidos le interesa que Europa juegue un papel de intermediario en esas relaciones con Pekín.

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