ESG+: inversión con impacto
Las inversiones ESG o inversiones de impacto son aquellas diseñadas para responder a retos medioambientales (Environmental), sociales (Social) y de gobernanza (Governance). Estas inversiones han crecido un 33% desde 2015 a 2019.
La pandemia y la situación internacional actual refuerzan la necesidad de inversiones transformadoras y con impacto para ser más resilientes, sostenibles y capaces de afrontar situaciones de incertidumbre y lidiar con la complejidad.
Los desafíos globales concretados en los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) son complejos y están interconectados. Combatir el cambio climático, acabar con la pobreza o lograr la igualdad de género, no son ni deben ser objetivos independientes y, por tanto, requieren respuestas coordinadas y transformadoras. Las inversiones juegan un papel clave en este esfuerzo coordinado e interdependiente.
Asimismo, para cumplir con los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París y los objetivos de neutralidad climática para 2050 fijados en el Pacto verde europeo, la Unión Europea establece varias medidas para promover y garantizar las finanzas sostenibles. En 2018 la UE estableció la primera Estrategia sobre Finanzas Sostenibles, actualizada en julio de 2021, que establecía 10 medidas para orientar las inversiones hacia una economía con mayor sostenibilidad social y medioambiental. A eso le debemos sumar el Plan de Recuperación Europeo concebido a raíz de la pandemia del Covid-19, en el que se establece que el 30% de los fondos deben dedicarse a la lucha contra el cambio climático.
Un elemento clave en las inversiones de impacto para generar nuevas ideas y soluciones a los retos globales es indudablemente la innovación basada en el conocimiento, por la que se pretende transformar la sociedad y la economía, vinculando a actores del sector público como privado y que el resultado redunde en el bienestar de la ciudadanía. En este sentido, necesitamos sistemas de investigación y desarrollo fuertes y respaldados por recursos suficientes y estables en el tiempo que apuesten por la investigación básica y que garanticen sistemas innovadores con impacto social transformador.
Además, es relevante subrayar la necesidad de abordar las inversiones con impacto desde una perspectiva de género. Sabemos que el 30% de las personas emprendedoras son mujeres, pero solo reciben el 2% de la financiación disponible y con la pandemia esta cifra ha bajado incluso al 1%. Necesitamos cerrar la brecha de financiación para mujeres emprendedoras, promover activamente la participación de mujeres en STEAM y mejorar las estadísticas y datos segregados por género sobre la situación actual. También necesitamos mejores datos para optimizar la integración de criterios ESG, ya que la transparencia es clave en este tipo de inversiones.
Por otro lado, necesitamos reevaluar la noción de innovación, sin menospreciar la importancia de la tecnología, debemos considerar numerosas innovaciones en áreas no digitales, muchas realizadas por mujeres, que aportan enormes beneficios a la sociedad y deben ser consideradas como tal para recibir financiación y apoyo.
En definitiva, las inversiones ESG son una herramienta más que deben servir para transformar la economía y la sociedad de manera sostenible e inclusiva y combatir así los retos más urgentes y centrales a los que nos enfrentamos de manera responsable y justa, contando con todos los talentos y sin dejar a nadie atrás.