La Eurocámara constata el aumento de la pobreza femenina y llama a cambiar la política económica

Un informe de la comisión de Derechos de las Mujeres e Igualdad de Género elaborado por la eurodiputada socialista Lina Gálvez resalta la precariedad de datos disponibles: «Las desigualdades serían mayores si se midiese mejor»

Cada vez hay más pobreza femenina. Las desigualdades afectan en mayor medida a las mujeres. Las crisis, como la actual, golpean más a las mujeres que a los hombres. ¿Por qué? «Por causas estructurales vinculadas con las desigualdades de género», explica la eurodiputada socialista Lina Gálvez, autora del informe sobre la Pobreza de las mujeres en Europa de la comisión de Derechos de las Mujeres e Igualdad de Género del Parlamento Europeo.

Es más, según el documento, la precariedad de los datos maquilla una situación que aún podría ser peor: «La pobreza de las mujeres es superior a la de los hombres y ha crecido en términos absolutos y en relación a la masculina. Las estadísticas son claras al respecto. El riesgo de pobreza o exclusión social (AROPE) en la UE era en 2020 mayor para las mujeres que para los hombres (22,9% frente al 20,9%); la brecha de género en materia de pobreza ha aumentado en 21 Estados miembros desde 2017 y el riesgo de pobreza relativa (AROP) presenta una importante brecha de género; en 2019 la diferencia porcentual era de 1,3 y en 2020 de 2,5».

El Parlamento Europeo ya ha realizado trabajos previos sobre la materia. Gálvez explica que el actual constata que «los datos muestran una mayor pobreza femenina, un mayor riesgo de pobreza y de exclusión social, de pobreza digital en el acceso a recursos digitales y pobreza energética, que ha aumentado en la mayoría de los Estados miembros. Es algo que tiene causas estructurales vinculadas con las desigualdades de género». Además, esas desigualdades «serían mayores si se midiese mejor» y «no se combaten simplemente con medidas de un determinado subsidio a través de determinadas políticas específicas», sino «cambiando las políticas económicas y la gobernanza».

Según Gálvez, «el problema es que se miden los ingresos familiares, y no los ingresos individuales». «Lo que sabemos de los estudios de género es que no es lo mismo disfrutar de los ingresos comunes, que la autonomía o el poder que te dan los ingresos propios».

Si bien medir la pobreza solo en función de los ingresos familiares no es «del todo» exacto, tener en cuenta solo los individuales «también sería un problema, porque al pertenecer a una familia tienes acceso a ingresos comunes». «Si se midiera mejor seguramente nos daría como resultado mayores desigualdades de género en relación a la pobreza», concluye.

Sin tiempo y sin ingresos

La eurodiputada del PSOE también destaca en su informe el problema de la «pobreza del tiempo», personas sin apenas ingresos, «pero que tienen que dedicar mucho tiempo» para conseguirlos, «con lo que no tienen tiempo para nada más, ni siquiera para vivir ni para cuidar. Se genera un bucle en personas que no disponen de ninguna autonomía ni de ningún tiempo para estar incluidos en la vida social». Esto se traduce en «una gran exclusión social, porque al final te deja sin tiempo y sin ingresos siquiera para comprar ese tiempo».

El documento refleja la brecha de género en los estudios de pobreza de tiempo, pero también en los hogares monomarentales. «Intento incluir la vinculación con la pobreza infantil, y la vinculación que a su vez tiene la pobreza infantil con la perpetuación intergeneracional de la pobreza: el ascensor social cada vez funciona menos y la familia en la que naces te condiciona cada vez más tus oportunidades en la edad adulta. La igualdad de oportunidades o desigualdad de oportunidades son los padres y muy especialmente las madres en estos hogares monomarentales».

El informe revela que «la pobreza femenina está fuertemente concentrada en los hogares monomarentales, lo que tiene una incidencia directa en la más lacerante y limitante de todas las pobrezas, que es la pobreza infantil. El 85% de las familias monoparentales están encabezadas por mujeres y el 42,1% de la población de la UE que vive en hogares monoparentales con hijos a cargo estaba en riesgo de pobreza o exclusión social en 2020».

Gálvez también incluye el problema de la violencia machista: «La mayoría de las mujeres sin techo fueron previamente víctimas de violencia porque tienen menos posibilidades de escapar» de ella. «Cuando estás en una familia con pocos ingresos, tienes muchos menos recursos para escapar de esa situación. Recursos de todo tipo, desde la posibilidad de contratar un abogado, a tener una autonomía económica que te permita instalarte en otra casa con tus hijos».

«Las políticas europeas en estas últimas décadas no han sido realmente de igualdad», se lamenta la eurodiputada socialista: «Ahora está cambiando la cosa, pero han sido políticas de empleabilidad. Si lo que buscas simplemente es la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo sin atacar desigualdades de fondo, al final esa incorporación siempre va a ser precaria, desigual, segregada, puesto que se sigue manteniendo la desigualdad en la familia. No vas a tener las mismas oportunidades y se genera esa retroalimentación constante».

Cuidados y pandemia

«Aunque se esté de confinamiento», explica Gálvez, «son las mujeres principalmente las que han llevado la carga de los cuidados, incluso cuando los hombres también estaban confinados en el ámbito doméstico. Se ha visto por ejemplo en las publicaciones científicas, en las que los hombres han duplicado su productividad durante el confinamiento mientras las mujeres, al revés, han disminuido». «Es un indicador más».

Además, «todos los estudios que se han hecho sobre el teletrabajo han evidenciado una mayor intensidad de trabajo de las mujeres, que eran interrumpidas en muchas más ocasiones que los hombres en la misma situación. Por eso es muy importante incluir la variable de pobreza de tiempo. Y para eso necesitaríamos que la encuesta de empleo de tiempo que tiene homogeneizada Eurostat desde hace ya casi dos décadas se hiciera con la periodicidad que está prevista: en la anterior crisis, el Gobierno del PP no la hizo y vamos ya con varios años de retraso. Por ejemplo, no podemos ver realmente el efecto que tuvo la crisis de 2008, sobre todo de 2011, en el uso del tiempo a consecuencia de la austeridad, porque para el INE de aquel entonces no era nada interesante».

«Para transformar una realidad, necesitamos conocerla; para conocerla, necesitamos los datos», insiste Gálvez: «Y todavía hay datos que nos faltan, datos que no se miden o que no se miden con una periodicidad que permita ver realmente el efecto de crisis económicas o de determinadas políticas sobre determinadas variables o sobre la realidad».

Según la eurodiputada socialista, «combatir las desigualdades es una política central, generar un modelo de crecimiento que no sólo sea menos predatorio con el medioambiente, sino que sobre todo combata las desigualdades. El 10% superior concentra el 52% de los ingresos y el 76% de la riqueza. El 50% inferior concentra el 8,5% de los ingresos y solamente el 2% de la riqueza».

«Por ese motivo», concluye la exposición de Gálvez en el informe de la Eurocámara, «se hace más imprescindible aún la integración de la perspectiva de género en todos los niveles del proceso presupuestario de la UE, de tal forma que se transformen ingresos y gastos en inversión social para lograr los objetivos de igualdad de género, como la lucha contra la pobreza femenina». Y ello «está estrechamente relacionado con la revisión de la actual gobernanza económica y social que, lejos de la austeridad, debe tener como objetivo la reducción de las desigualdades de género y la pobreza femenina».

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