La prostitución no es una elección libre para las mujeres. No se trata de elección sino de explotación, necesidad y trata. No es un trabajo como cualquier otro. Su longevidad tampoco lo hace «natural». El «comercio más antiguo» no se sostiene en sociedades formalmente igualitarias que persiguen la igualdad sustantiva; más bien, constituye una escuela de desigualdad para todos y todas.